Accouchement (Parte 2)


¡Es una segunda parte! Es una escena demasiado larga dividida en dos, así que si has entrado para leer esto... ¡ve hacia dos entradas anteriores para leer la primera parte! ¡Espero que te guste!
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—¡Victoire! ¡Tienes que empujar!

Ignoro las palabras de Trixie y la miro con el labio inferior temblando.

—No quiero, no quiero, no quiero…

Como un bebé, abro los ojos y la miro con toda la culpa del mundo. Veo su mirada confusa y furiosa, preguntándose qué narices me pasa y por qué no estoy empujando. El dolor es tan grande… Pero antes de que ella pueda decirme algo, Teddy se separa de detrás de mí y me mira con el ceño fruncido.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué no quieres? ¿Estás bien? —Siento el pánico en su voz también.

Me paso una mano rápidamente por mi cara, arrastrando las lágrimas con mi mano y miro hacia la barriga, incapaz de mirar a mi marido a los ojos mientras hablo y sintiéndome culpable de lo que voy a decir.

—Tengo miedo… He sido una mala madre. No le he querido, no le quería Teddy… No quería a mi hijo. ¿Y si nace y él no me quiere ahora a mí? ¿Y si por portarme mal y no quererle, hay algo que esté mal con él? No me lo perdonaré… No puedo. No puedo… —digo sollozando e hipando varias veces.

Rompo a llorar más fuerte y no me da tiempo a mucho más ya que Teddy me agarra la cara con ambas manos y me obliga a mirarle a los ojos.

—Ni se te ocurra decir eso, Victoire Weasley, nunca más vuelvas a decirlo. ¿Me escuchas? No has sido ni eres una mala madre. Sé que quieres a ese niño, a nuestro hijo, y sé que no quieres que le pase nada en toda su vida. Sé que le protegerás ante todo y le querrás como ninguna madre quiere a su hijo. Pero para eso tienes que empujar cariño, tienes que empujar y traerlo al mundo. Y no va a pasarle absolutamente nada. ¿Vas a empujar, verdad? Y yo te voy a ayudar.

—Vic, corazón… estás comenzando a sangrar, se te ha pasado otra contracción, tienes que empujar en la siguiente que vendrá en unos segundos —miro de reojo a Trixie que mira nerviosa a su reloj y devuelve la mirada al centro de mis piernas.

Teddy no me suelta la cara, por lo que al quitar la mirada de ella, la fijo en la de él, y con mis lágrimas aun escapando, asiento un par de veces como puedo. Teddy separa las manos tras darme un beso veloz en los labios y se coloca tras de mí. A pesar de estar sentado casi a mi lado, pero para colocarse pegado a mi espalda. Me agarra de ambos brazos por detrás y entrelazo mis manos con las suyas.

—Ahí viene, Vic. En tres, dos… — Trixie estira los brazos y me flexiona más una pierna echándomela hacia un lado.

—Tú puedes cariño, sé que puedes, vamos mi amor, empuja —puedo escuchar la voz de Teddy susurrándome contra el oído.

Y ahí está, en cuanto viene la contracción, grito con todas mis ganas a la vez que empujo, cerrando los ojos y echándome un poco hacia delante mientras hago papillas las manos de mí marido.

—Muy bien cariño, eso es, ya está la cabeza fuera, una más. Solo una más y ya lo tienes.

No puedo ver muy bien a Trixie por la sábana que me llega por encima de la rodilla, pero está completamente hacia delante y por sus brazos sé que le está sujetando la cabeza a… mi hijo.

Y ahí viene la siguiente. Dejándome la garganta mientras grito, vuelvo a empujar con todas mis ganas y siento como va saliendo lentamente de mi cuerpo cada centímetro de él.

Instintivamente, me echo hacia delante para intentar verlo, y Trixie alza la cabeza sonriendo.

— ¿Quieres terminar de sacarlo tú? —me pregunta.

Con Brigitte lo hice así, pero niego con la cabeza y tiro del brazo de Teddy para que se levanta y lo haga él. Se lo dije ayer, le dije que quería que fuera él el primero en coger a nuestro hijo en brazos. Ayer. Parece toda una semana o un mes desde que regresó y tan solo fue ayer. Le vuelvo a dar otro tirón mientras echo la cabeza hacia atrás y parece que ahora lo ha pillado porque se levanta corriendo y mira a Trixie con la cara pálida sin saber qué hacer.

—Por aquí, cógelo por debajo de los hombros y tira poco a poco con cuidado.

Teddy me mira y yo asiento, esperando a que se dé prisa. Y con las indicaciones de la comadrona, mi marido termina de sacar a nuestro hijo de mí, lo alza hacia arriba y es entonces cuando le veo bien.

Abro la boca y comienzo a llorar más fuerte, en comparación con lo de antes no es nada para como lo hago ahora. Y todo pasa muy rápido en este momento. El bebé comienza a llorar a pleno pulmón, Trixie lo rodea con una toalla y Teddy le sujeta inmediatamente, cogiéndolo en brazos y dejándomelo sobre mí.

Pero ahora todo lo veo a cámara lenta, mientras Teddy lo deja sobre mi pecho y yo le envuelvo en mis brazos. Es la cosa más preciosa que he visto en mi vida, a pesar de estar cubierto de grasa, sangre y otros elementos que no recuerdo ahora. Abrazo a mi hijo contra mí, llorando y acariciándole la mejilla con un par de dedos.

—Perdóname. Perdóname… — no dejo de repetirle eso durante un buen rato mientras le observo. Y a medida que voy hablando, él va dejando de llorar y se va calmando, mientras abre sus diminutos ojos sin color y los fija en mí, como si me entendiera. Y eso solo hace que siga llorando más aún, sintiéndome culpable por todo ese amor que no le di durante el embarazo.

—Shh…—me dice Teddy, que se ha sentado a mi lado abrazándome desde que me lo dejó encima y no deja de darme besos por la cara, o la cabeza o el brazo mientras nos observa.

Es muy gordito. Más que su hermana cuando esta nació. Y tiene la piel perfectamente rosada como el bebé recién nacido que es. No dejo de acariciarle, como si aún no me creyera que es real, y le paso la mano por todo su cuerpecito, limpiándole por el camino todo lo que tiene encima. Pero todo en él es perfecto, su barriga, su brazo, su mano diminuta, esos dedos arrugados como un viejo, ese culito minúsculo y esas piernas largas y rellenitas.

Me fijo ahora en su cara, tiene los labios gordos como yo y, a pesar de que tiene la cara hinchada, puedo notar perfectamente que tiene mis rasgos. Nada más nacer Brigitte, nos dimos cuentas que era igual a Teddy y, ahora, su hermano es igual que yo. Excepto por…

Suelto una carcajada entre las lágrimas, que ya son menos llamativas y ruidosas que antes, al percatarme de su pelo. En mitad de la cabeza, a pesar de que lo tiene muy pegado ahora mismo, se le puede distinguir una buena franja de pelo… verde. Sí, verde, es muy, muy claro, tanto que tienes que fijarte bien para verlo, ya que el pelo rubio del alrededor no se le nota.

Me sigo riendo mientras me giro hacia Teddy. Que hasta ahora no me he dado cuenta que también está llorando mientras me abraza.

—¿Lo has visto? —le digo.

Teddy me laza una mirada confusa al no entender nada, y miro a nuestro hijo, pasándole una mano por la cabeza. Ahora Teddy sí que se ha dado cuenta por la risa que ha soltado y me giro hacia él para besarle. Pero él me devuelve otro, otro y otro beso más entre las lágrimas y las sonrisas de ambos.

—Es perfecto… —me susurra entre mis labios. Y yo le doy un beso más mientras asiento.

Despierto de la burbuja en la que estoy envuelta cuando veo a Trixie acercarse con unas tijeras para cortar el cordón. Le indica a Teddy como tiene que hacerlo y él, siguiendo sus pasos, lo corta.

Trixie se encarga de apartar el cordón y de cerrarle al bebé el suyo, tal y como sabemos. Lo hace con mucho cuidado mientras lo sujeto y una vez que lo hace me mira sonriendo.

—Voy a ir a lavarlo, ¿vale, cariño? —me dice mientras se inclina hacia mí para coger al bebé en brazos.

Yo asiento mientras me paso el antebrazo por debajo de la nariz, ya que se me cae una velilla de moco que me es imposible sorber. Y no puedo pasarme la mano porque está llena de sustancias pegajosas. Sigo a Trixie con la mirada hasta que llega al baño; espera a que el agua se ponga templada para ir echándosela poco a poco por encima, arrastrando toda la suciedad con una esponja muy suave.

Teddy se ha girado en la cama para quedar mejor cara a cara conmigo, sin avisarme me abraza y yo le rodeo con mis brazos también. Puedo oír cómo sigue llorando, y yo no voy a ser menos, ya que al oírle se me vuelven a saltar las lágrimas. Tiene la cabeza enterrada en mi cuello y llora en silencio. No quiero ni imaginarme lo que tiene que estar pensando. Le obligo a separarse de mí y con la mano limpia, le paso mis dedos por su mejilla limpiándole las lágrimas.

Le sonrío con ternura y me deja un beso en la frente, siempre va a sacarme media cabeza de más, estemos donde estemos, y siempre voy a quedar más por debajo de él. Le paso una mano al cuello para empujarlo hacia mí y le beso. No es un beso corto para nada, es un beso de perdón, de cariño, de pasión. Intentamos ambos decirnos demasiadas cosas con ese beso. Cuando oigo que el grifo del fondo se corta, me separo de él y le miro a los ojos.

—Te quiero mucho. Más que a mi vida.

Teddy me vuelve a besar varias veces seguidas hasta que pega su frente a la mía con los ojos cerrados.

—Y yo, Victoire, créeme que yo también.

No puedo decirle nada más ya que Trixie está de nuevo en la habitación, carraspeando para no interrumpir mucho el momento mientras se acerca a nosotros, con mi bebé en brazos, envuelto en otra toalla y completamente limpio.

—¿Puedes cogerlo un momento, Ted?

Teddy asiente y se levanta rápidamente, cogiendo al pequeño con una sonrisa que le ilumina la cara. Le acuna de pie y mientras Trixie comienza a hablarme, se acerca a la ventana para cerrar esta.

—Voy a limpiarte, ¿vale? La placenta ha salido sola en este tiempo que he estado en el baño. Tengo que examinarte una vez estés limpia por si te has desgarrado un poco, y tengo que controlar que no tengas hemorragia —con la varita en mano, hace que el barreño lleno de agua templada ya salga del baño y venga hacia nosotras, quedándose en el aire delante de ella.

Me incorporo lentamente y meto las manos en el agua, su calor me reconforta un poco y me las enjuago. Trixie me pasa una toalla y me seco estas, para luego pasármela por el pecho e intentar limpiar parte de mi cuerpo donde había estado antes el bebé.

Trixie deja el barreño de agua al lado de mí en la cama y llama a Teddy con la mano para que se acerque. Mi amiga viene hacia mí y quita al bebé de los brazos de Teddy para colocármelo encima, piel con piel. Sonrío de inmediato al tenerlo de nuevo conmigo y le acaricio la espalda. Está de lado sobre mí y una de sus manos está abierta sobre mi pecho.

—¿Tienes una manta? Será mejor que una toalla —dice Trixie.

Asiento y miro a Teddy señalando el pequeño mueble blanco roto que hay al lado de la cuna, que lleva ahí preparada desde hace un mes.

—En el tercer cajón están las mantas. En el primero los pañales, calcetines y toallitas. En el segundo todos sus bodys y los pijamas. Y en el último la ropa para salir — le digo ya de paso todo, esperando que lo recuerde, y si no lo hace, con buscar la próxima vez le servirá.

Al minuto, Teddy viene hacia nosotros con una manta blanca y la coloca por encima de él, tapándome a mí también.

Trixie está ya limpiándome las piernas y todo lo que conlleva la parte de luego, y para hacerlo más ameno, comienza a hablar.

—¿Cómo se va a llamar? —pregunta mirándome a mí.

Pero yo en cambio, miro a Teddy que está sentado a mi lado de nuevo. Se inclina sobre nosotros y se apoya por encima de mí en los almohadones, colocando su mano sobre la mía que le cubre a él.

—Remus William Lupin Weasley.

Echo mi cabeza hacia un lado, para estar más cerca de él, y me deja un beso en la frente. Desde que le dije ayer que él iba a elegir el nombre, no me cupo ninguna duda de que iba a ser ese. El segundo nombre me daba bastante igual, no creo que me hubiera preguntado por alguno francés. Pero este nombre es simplemente perfecto para él.

—Precioso —dice Trixie con una sonrisa y mirándonos antes de volver a enjuagar la esponja.

Flexiono las piernas como me indica, a diferencia de antes, ahora estoy completamente relajada, tumbada en todas las almohadas, por lo que le será más fácil examinarme. Es toda una alegría sentir las piernas tan limpias, pero aun así noto como tengo que darme una buena ducha.

Al igual que tomar un buen desayuno. Las tripas no dejan ahora de rugirme de vez en cuando y, a pesar de que no sé qué hora es, puedo ver como el sol comienza a salir por el horizonte, ya que unos rayos dorados asoman por la ventana.

—Bien, no tienes nada por lo que preocuparte, no te has desgarrado mucho, quizás solo un centímetro o incluso menos, pero no quiero darte puntos, por lo que intenta no moverte en estos días y no te pasará mucho. Descansa todo el rato que puedas, y come mucho para recuperarte, cielo. Intenta hacerlo antes de que quiera el pecho ¿de acuerdo?

Asiento sonriéndole y me acomodo cruzando las piernas ya que me ha tapado con la sábana. La cual habrá que cambiar en nada. A pesar de que me senté sobre varias toallas, la sábana por arriba está algo sucia.

—Teddy cariño, prepárale algo antes de que se vaya. Un buen té y unas cuantas galletas. Creo que tiene que quedar algo en el armario de encima de la nevera. Siempre guardaba una caja por el fondo por si me quedaba sin ellas —digo intentando que no se me note la culpabilidad en la voz.

Trixie se ríe ante el comentario y  Teddy se incorpora de mi lado yendo a su cajón para buscar una sudadera que ponerse antes de bajar. Sin duda, en el piso de abajo hará mucho más frío que aquí arriba. Trixie se coloca por encima la capa burdeo que había dejado en el sillón y viene hacia mí.

—Mañana vendré a ver como estáis ¿vale? Come antes de darle el pecho y descansa mucho — me da un beso en la mejilla y levanta la manta para ver mejor a… Remus. — Hasta mañana precioso—. Le acaricia la mejilla y se incorpora antes de coger el maletín y salir de la habitación.

Teddy le sigue y antes de salir, apaga la luz de la habitación, dejándome a oscuras a excepción de una lámpara que hay cerca de la ventana, que ilumina poco, pero lo suficiente. Me pican un poco los ojos después de tener la luz encendida toda la noche.

Ahora que estoy sola, me permito coger a mi hijo tranquilamente y colocarlo en mi hombro, cosa que hace que suelte un débil ronroneo, dejando que mi cara quede pegada a la de él si la giro. Y me mantengo así, dándole besos cada poco segundos en la cabeza y acariciando su cuerpecito. Lo único que me preocupa en estos momentos es que está sin pañales y, ahora que me siento un poco limpia, no quiero que él la cague, y me refiero de manera literal.

Comienzo a murmurar una nana en francés que aprendí de mi madre, nos la cantaba a mí y a mis hermanos cuando éramos pequeños. Y se la repito una y otra vez hasta que mis párpados comienzan a pesarme más de la cuenta y mi voz se apaga.

Supongo que ha tenido que pasar un buen rato, cuando Teddy llama a la puerta suavemente con los nudillos. Tengo que parpadear un par de veces para enfocar bien mi mirada en él. Trae una bandeja llena de comida y desde esta postura no puedo ver que es, pero poco me importa ya que no pienso dejar una sola miga de lo que sea.

Teddy se acerca, dejando la bandeja en el sillón, ya que mi mesita de noche aún está llena de cosas.

—Toma, tienes que ponerle un pañal, aún no me ha empapado o hecho algo peor, pero no tardará en hacerlo. Tampoco me ha pedido teta, pero pronto le entrará hambre. Hasta ahora se ha dedicado a maullar como un gatito.

Teddy sonríe y va hacia el cajón, donde le indiqué antes que estaba todo guardado, para sacar un pañal. Cuando viene hacia la cama, me incorporo lentamente agarrándole bien y lo dejo sobre el colchón. Hace el amago de llorar pero nada más comienzo a moverle las piernas, pero al acariciarle la barriga mientras le coloco el pañal, se calma. Lo dejo ahí con la manta por encima mientras me acomodo de nuevo sobre los cojines y Teddy me coloca la bandeja sobre las piernas.

Puedo ver cómo se me cae la baba sobre el plato al ver todo lo que hay. Por la barba de Merlín, mi marido me conoce tan bien y sabe lo que quiero que no hace falta ni que me pregunte.

Sobre la bandeja tengo un zumo de naranja en un vaso enorme, al cual ya le estoy dando un buen sorbo. Un plato con varias galletas, otro con dos cruasanes que aún están echando humo, rellenos de mantequilla y jamón york. Y en otro pequeño plato, hay un par de tostadas untadas con crema de chocolate.

—Por las bafbas de Merlín y Dumbledore, cuanto te quiero —le digo con la boca llena, ya que me ha faltado tiempo para coger una galleta. —Gracias cafiño.

Teddy se ríe y le miro mientras se sienta en la cama y se quita la camiseta que lleva puesta, dejando ver aún sus heridas cubiertas a medio curar. Coge a Remus y se lo coloca sobre el pecho, mientras él se tumba a mi lado. Busco su mano para entrelazarla con la mía y le miro sonriendo.

—Deberías de comer algo también, tampoco has dormido nada y… tú también tienes que recuperarte.
—He comido algo abajo mientras te preparaba el desayuno. Come y calla, o no querrás despertarlo.

Le fulmino con la mirada mientras me llevo una tostada a la boca pero poco me dura ese gesto amenazador cuando cierro los ojos al notar el sabor del chocolate en mi paladar. Ronroneo por el sabor tan exquisito y le doy otro bocado.

A mitad del desayuno, cuando ya no estoy tan ansiosa por devorar todo lo que tengo ante mis ojos, me inclino sobre la mesita de noche y agarro mi varita. Con un par de movimientos de muñeca, hago que se abra un cajón de la cómoda y salga la cámara de fotos, que vuela hasta mis manos. Teddy tiene los ojos cerrados, por lo que no sé si está despierto o no, pero de poco importa ya que lo voy a descubrir en unos segundos.

Me giro un poco hacia ellos con la cámara en mis manos, con cuidado de no tirar nada de la bandeja. Miro por la ranura de la cámara y cuando está bien enfocada, disparo la foto. El ‘click’ que suena, hace que Teddy abra los ojos y me mire confuso. Pero esa parte también la ha pillado la cámara. Por debajo de esta, sale el papel de la fotografía completamente en blanco, y la muevo en el aire para que la imagen en movimiento aparezca. Mientras tanto, me llevo un croissant a la boca como si nada.

Cuando la fotografía ya ha tomado color y vida, en ella se puede ver a Teddy con Remus encima, el único movimiento es el de su pecho subiendo y bajando con el bebé encima, hasta que Teddy abre los ojos y me mira confuso, y ahí se vuelve a repetir todo.

Termino de desayunar tranquila mientras ellos dos duermen y una vez que termino el zumo de naranja, cojo mi varita de nuevo para hacer elevar la bandeja y dejarla sobre el sillón. Sé que no debería de hacer esto, pero no soporto estar así, desnuda, pegajosa, sudorosa y sucia. Si tengo que descansar lo haré, pero estando completamente limpia.

Por lo que lentamente, me levanto, tan solo tengo puesto una camiseta de pijama medio abotonada, y suerte que no tengo mucho frío, ya que por el resto voy completamente desnuda, excepto por una compresa gigante que llevo entre las piernas apretadas. Sin hacer mucho ruido voy hacia el baño, no quiero despertar a Teddy ahora que duerme y si me viera, me obligaría a quedarme en la cama. Sé que debo, pero no así.

Una vez en el baño, cierro la puerta con cuidado y lleno la bañera, una vez que está llena de agua echo sales de colores y jabón para hacer suficiente espuma. Con tan solo quitarme la camiseta abierta, entro en la bañera y me tumbo. Cierro los ojos suspirando y con mis manos como cuenco, me echo agua por la cara. Necesitaba esto con urgencia.

Tras un buen rato en la bañera, decido salir ya que no sé cuánto tiempo ha pasado, pero sí sé que Remus comenzará a llorar dentro de poco. Me envuelvo en una toalla y me coloco otra en el cabello justo cuando le oigo. Su gimoteo comienza débil pero pronto hace uso de sus dos buenos pulmones para llorar con ganas.

—¿Victoire? — es la voz de Teddy algo alarmado.

Abro la puerta del baño y alzo una mano para que se tranquilice.

—Ya voy, ya voy…

—¿Te has metido sola en la ducha? Victoire deberías de estar en la cama. —Teddy comienza a incorporarse en la cama y deja a Remus en sus brazos acunándolo.

—Calla, no podía estar cómoda y sucia a la vez. Salgo en un segundo, métele el dedo en la boca para engañarlo mientras.

Pobre, pienso mientras miro como Remus estira el brazo algo desesperado.

Nada más cerrar la puerta y quitarme la toalla para vestirme, mancho el sueño de unas cuantas gotas de sangre. Mierda. No puedo agacharme a limpiarlas y no tengo la varita aquí para hacerlo. Me limpio corriendo lo poco que me he manchado y me visto con un camisón abotonado por arriba para poder darle bien el pecho. Me quito la toalla de la cabeza y, tras frotarme con ella en el pelo, me hago un moño rápido con el pelo aún húmedo.

Por mucho que Teddy haya intentado engañarle con el dedo, no ha servido de mucho ya que Remus sigue llorando. Nada más salir voy directa a la cama y coloco un par de almohadones para poder echarme en ellos. Me tapo y pongo un cojín sobre mi barriga aún hinchada, alzo los brazos para que Teddy me lo de.

—Shh, ya está, ya va, lo siento… —digo mientras coloco bien a Remus en mis brazos. Él busca instintivamente el pecho y una vez que lo saco fuera del camisón y se lo acerco a la boca, lo coge a la primera succionando bien.

Le tapo con la manta y vuelvo a ayudarle con la mano para que coma. Me giro hacia Teddy y me muerdo el labio inferior.

—¿Podrías…? He manchado un poco el baño de sangre y no me ha dado tiempo a recoger todo. Estaba asquerosa, no podía quedarme en la cama así.

—Lo sé, tranquila — se acerca para darme un beso en la cabeza y sonríe al mirar a Remus.

Mientras Teddy limpia el baño, yo termino de darle de comer a Remus y una vez que él ha terminado, Teddy lo coge de nuevo para que expulse los gases. Cuando lo ha hecho, vuelve a dármelo y le pongo un pijama para que no coja frío. Después, lo dejo encima de mí mientras me acomodo para dormir un rato hasta que vuelva a pedir comida. Aunque Teddy aprovecha para darse él una ducha. Lo hace tan rápido que no me da tiempo ni a intentar coger el sueño, pero Remus si lo ha conseguido.

—Oye… —dice saliendo del baño con tan solo la toalla envuelta en su cintura, por lo que tengo que concentrarme para mirarle a la cara mientras habla.— Puedo curarme la muñeca y la del hombro quizás, pero las otras heridas….

—Luego cuando llegue mi madre le pediré que te ayude. Ella lo hará sin problemas, habrá que buscar un momento para que se lleven a Brigitte abajo, no pasará nada.

Teddy asiente y vuelve a entrar al baño. En un par de minutos está echado sobre mi lado de la cama. Tan solo son las ocho y media de la mañana y podremos dormir unas cuatro horas antes de que venga mi familia a vernos, estoy deseando de ver a Brigitte. Por lo que así lo hacemos, o más bien lo hace Remus ya que cerca de las diez nos despierta pidiendo comida.

Me sorprende lo bien que coge el pecho desde la primera toma. Con Brigitte me costó un poco más, aunque también yo era primeriza, pero me da que Remus es más glotón que su hermana.

Nos coordinamos bastante bien, yo le doy de comer en la cama y Teddy se levanta para darle un pequeño paseo por la habitación para que eructe. Cuando lo hace, vuelve a mí para dormirse. Esta vez me quedo de lado con una mano sobre él, que está envuelto en su manta como un capullo. Le dejo un beso sobre la frente y abrazo a la almohada con el otro brazo para dormir por una última vez.

Nos despertamos cerca de las doce, más tarde de lo que creía. Remus vuelve a pedir comida y le doy el pecho sentada de nuevo en la cama. Cuando aún me queda por cambiarle al otro pecho, oigo voces que vienen abajo, pero escucho bien claro un ‘’mami’’ que grita alguien.

Suelto una risa y Teddy se levanta de la cama, se pone una camiseta y baja. Seguramente hayan entrado por la puerta de la cocina, ya que no han llamado, y dudo que se hayan aparecido con mi niña, ya que tanto miedo le da ver y hacer eso.

Remus comienza a maullar y veo que tiene la boca abierta y moviéndola de un lado a otro.

—Oh, perdón —digo. Ya que me distraído y se ha soltado. Aprovecho para cambiarle de pecho y me tira con entusiasmo, tanto que tengo que hacer una mueca por el dolor leve que me causa. Le coloco mejor hacia mí y espero que los demás no suban aún. Y gracias a Teddy así es, ya que me da tiempo a que termine de comer tranquilo y a que eche todo los gases también. Lo tengo en mis brazos acunado cuando entra Teddy con Brigitte en brazos y riéndose entre ellos.

—¡Hola, mi amor! —exclamo en voz baja al ver a mi hija. Sonrío radiante por tenerla ya aquí por fin y Teddy se acerca con ella para dejarla en la cama, se sienta al lado de mis piernas mientras sujeta a Brigitte con un brazo, ya que se ha quedado de pie, mirando fijamente a su hermano.— ¿Me das un abrazo, cariño?

Brigitte aparta la mirada de Remus y sonríe antes de abalanzarse sobre mi cuello. Rodeo su cuerpo con el brazo libre y busco la mirada de Teddy, temerosa porque este encuentro no vaya muy bien. Su respuesta la recibo a modo de acaricia en mi pierna derecha.

—Te he echado mucho de menos —digo apartándome un poco de ella para llenarle la cara de besos—. ¿Tú a mí también?

Brigitte asiente y se gira para quedarse entre mi brazo y mi cuerpo, escondiéndose de la criatura desconocida que está a su lado.
Estiro el brazo acercando a Remus a su hermana y le destapo un poco para que pueda verla mejor.

—Mira Brigitte, es Remus, tu nuevo hermano pequeño… —Observo como le mira, se encoge un poco más abrazándome y no aparta la mirada de él. Me muerdo el labio inferior y miro a Teddy, que niega la cabeza tranquilizándome. Pero ¿y si ya sentía celos de él? —. ¿Sabes qué? Remus estaba deseando de conocerte y te ha traído un regalo, ¿quieres verlo?

Ante la palabra mágica, Brigitte alza la mirada hacia a mí y asiente. Le indico con los labios a Teddy que se encuentra en el segundo cajón de la cómoda y va disimuladamente hacia allí para sacarlo. Cuando vuelve a la cama se lo tiende a Brigitte.

Ella lo coge de inmediato y comienza a desenvolver la caja. Cuando ha terminado, abre la boca sorprendida mirando a la nueva muñeca que hay tras el plástico transparente. Lleva un vestido morado y rosa, tiene unos ojos verdes muy saltones y su pelo consiste en una larga trenza rubia.

—¿Te gusta? Remus dice que es para su hermana mayor favorita —dice Teddy apartando el papel de regalo roto.

Brigitte asiente y se pone de nuevo de pie.

—¿Qué se dice cariño? ¿Quieres darle un beso también al hermano?

Asias, Emus. —Se acerca con cuidado, con la ayuda de Teddy sujetándola bien por si acaso y le deja un beso en la mejilla a Remus.

Sonrío ya más tranquila, noto como la presión que tenía en el pecho se desvanece y vuelvo a taparle de nuevo con la manta.

—¿Has visto Brigitte? Remus tiene el pelo como papá —le digo pasándole una mano por la cabeza al pequeño, donde puede distinguirse su pelo verde claro.

Brigitte se acerca para mirarle y luego mira a su padre para comprobarlo y se ríe al darse cuenta. Teddy la coge en brazos y la deja en la otra parte de la cama donde hay más espacio.

—Voy a abrirte la muñeca, ¿vale? —coge la caja y se gira hacia la cómoda para coger su varita, le da un toque a la caja y comienza a abrirse sola hasta que puede coger sin problemas la muñeca, que se la tiende a Brigitte junto a un cepillo y un camaleón verde que venía.

No nos da tiempo a decir nada más, ya que por la puerta asoma mi familia. Mis padres son los primeros en entrar y detrás vienen mis hermanos. Intento disimular que se me ponen los ojos acuosos mientras todos me abrazan y se quedan observando al pequeño, mientras se derriten entre carantoñas, principalmente mi madre. Mi hermana por ejemplo se ha quedado un paso atrás observando la escena, aún… estamos adaptándonos una a la otra.

Una vez que se han separado, Teddy coge al bebé y se lo pasa a mi padre con cuidado.

—Os presento a Remus William Lupin Weasley —dice Teddy.

—Oh… —suelta mi padre que está sentándose lentamente en el sillón que está al lado de mi mesita de noche. Se ha quedado embobado mirando a su nieto.

Mi madre se sienta en el posa brazos a su lado y le dice algo en voz baja que no llego a entender. Dominique va hacia los pies de la cama a sentarse y Brigitte va corriendo hacia ella para enseñarle su nueva muñeca. Parece que anoche hicieron buenas migas. Louis se sienta a mi lado en lo que queda de cama y yo le abrazo por la cintura dejándome caer sobre él. Noto como me da un beso en la cabeza y sonrío acurrucándome en mi hermano.

—¿Se portó bien anoche? —digo refiriéndome a Brigitte.

Clago cagiño, como siempge. Estaba jugando con Dominique cuando llegamos y se acostó un poco tagde, pego eso es solo culpa de sus tíos. Esta mañana se ha despegtado a buena hoga y ha desayunado como la glotona que es —contesta mi madre sonriendo. Y con un espaviento hacia mi padre le quita a Remus de encima—. Dame a mi nieto, ya le has tenido mucho tiempo.

—Cuando llegué a casa tenían el salón lleno de muñecas y ambas estaban en el suelo tumbadas riéndose. Creo que hasta Dominique lo disfrutó —esto último me lo susurra mi hermano y sonrío.

Dom alza la mirada hacia nosotros un segundo y luego la vuelve hacia su sobrina, para  coger el peine que le tiende. Parece que están uniéndose poco a poco, aunque jugando a mi favor, ¿quién le puede decir que no a esa carita que tiene mi niña?

—Oye Louis… ¿Te gustaría ser el padrino de Remus? —le suelto así sin más.

Lo había hablado con Teddy en esta madrugada/mañana en una de las veces que le estaba dando el pecho a Remus. Había pensado en mi hermano y en Trixie como madrina, ya que ambos habían estado ayudándome mucho en este tiempo. Teddy había aceptado sin pensárselo, y tampoco tuve que entrar en detalles, cosa que agradezco.

—¿Lo dices en serio? —Louis se aparta un poco de mí y me mira fijamente. Veo como poco a poco las lágrimas van llegando a sus ojos.

—Claro.

Su respuesta viene a modo de abrazo, hundo mi cara en su pecho sonriendo y aguanto unas nuevas lágrimas. Luego se levanta para abrazar a Teddy y de inmediato va hacia mi madre para quitarle al bebé.

—Hola colega… —dice introduciendo un dedo en su manita, ya que le habían destapado un poco mis padres para mirarlo bien.

Brigitte mira a su tío y le señala.

—Es mi hemano —dice por si alguien aún no lo sabía. Luego vuelve a jugar con su muñeca como si nada, pero yo me estiro hacia ella y la atrapo entre mis brazos, tumbándola en ellos y me dispongo a comérmela a besos mientras ella se ríe.

—Ahoga os hagé la comida y os dejagé más guagdada y pgepagada. Ambos tenéis que descansag y gecupegagos después de todo lo que habéis pasado. Así que no quiego ninguna pega. Si necesitáis algo más, decídnoslo —sentencia mi madre antes de que Teddy y yo podamos abrir la boca.

—Vale —decimos al unísono entre risas.

Brigitte se escapa de mis brazos y vuelve a coger la muñeca para seguir jugando con su tía.

—Vamos a la cocina, cagiño —dice mi madre tirando de mi padre—. Ahoga os llamagemos para comeg y a ti te lo subigemos.

Mis padres se van y nos quedamos todos charlando tranquilamente de cosas sin importancia. Louis está paseando por la habitación con Remus en sus brazos, que ha vuelto a dormirse.

—Durante toda la noche, —comienza a decir mi hermana —se escuchaban tus gritos. Los traía el viento y parecías que estabas dentro de casa. Supongo que dejaste la ventana abierta, pero se oían claramente.

—Oh —es lo único que consigo decir.

Dominique sigue jugando con Brigitte, aunque me mira de reojo de vez en cuando.

Me llevo una mano a la boca para tapármela, algo anonadada. No había pensado en eso anoche entre… tanto dolor. Tenía tanto calor que ni se me pasó por la cabeza. Cierto es que ya había pasado en otras ocasiones muy distintas. Por ejemplo una vez que estábamos en la playa, hacía demasiado viento y por culpa de este, se enteraron de que estábamos allí,  solo hizo falta echar un vistazo por la ventana para confirmarlo y que se unieran.

Noto la mano de Teddy sobre mi brazo, que está sentado a mi lado en la cama y me sonríe.

—¿Quieres comer ya, Brigitte? —le pregunta Teddy.

Nuestra hija asiente pero sigue jugando con su tía, diciendo cosas que nadie entiende, pero que Dominique le da la razón de vez en cuando. Está tan metida jugando que no ha pedido de comer. Pero Teddy se levanta y la coge en brazos.

—Luego sigues jugando con la tita ¿vale? Además tienes que enseñarle todos los juguetes que hay en tu cuarto, que aún no lo conoce.

Brigitte asiente como siempre hace y se despide de ella con la mano.

—Pregúntale que prefiere de postre cuando termine, que está muy exquisita últimamente.

Teddy levante el pulgar antes de salir por la puerta y Louis se acerca a mí para tenderme a Remus, pero le freno dándole en la pierna antes de que me lo pase.

—¿Quieres cogerlo, Dom?

Mi hermana alza la mirada, ha estado muy callada todo este tiempo y me mira parpadeando un par de veces.

—Yo… No sé… —hace una pausa demasiado larga — Supongo, sí.

—No va a pasarte nada, no muerde. Solo sujétale bien la cabeza e imita los brazos de Louis.

Nuestro hermano va hacia ella y se lo coloca en los brazos con mucho cuidado. Louis me echa una mirada cuando se lo pasa y me guiña el ojo antes de sentarse en el sillón donde antes estaba papá.

Veo como Dom se queda como petrificada con el bebé encima y le mira fijamente, como si cuando apartara la mirada Remus fuera a caerse o algo. En un momento, mientras Louis y yo estamos hablando, puedo escuchar a mi hermana susurrar:

—Es muy suave…— se ha atrevido a acariciarle la mejilla y parece que está alucinada.

Ahogo una risa y sigo hablando con mi hermano, pero a los pocos minutos Remus comienza a llorar y Dominique se gira hacia mí con una cara de absoluto pánico.

—Tranquila —le digo —le toca comer. Solo se queja porque tiene hambre.

Dominique se levanta y cojo en brazos a Remus. Y una vez que le he acomodado entre los míos, me abro el camisón y le engancho a mi pecho. Dominique abre los ojos asustada por lo que acaba de ver.
—Lo sé, está todo enorme. Y créeme cuando te digo todo —le digo riéndome.

—Vale, iré abajo a ver qué hay de comer antes de que se me quiten las ganas —dice antes de salir disparada por la puerta.

Louis y yo rompemos a reír a carcajadas y él se levanta para seguirla, no sin antes darme un beso en la mejilla.

—Ahora subirá alguien, te dejo tranquila.

Asiento con una sonrisa y cuando estoy sola, me acomodo entre los cojines para darle de comer a mi hijo.

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