Cauchemars, sucreries et gâteries

Brigitte
se está muy quieta sobre el puff redondo que hay a los pies del sillón. Tengo
que cepillarle el pelo mojado, y cada vez que lo hago se queda como una
estatua. La sitúo entre mis piernas, y apoya sus bracitos sobre mis rodillas.
Comienzo a pasar el cepillo por su cabello. En un rato comenzará a secarse y
sus rizos naturales saldrán tan preciosos como siempre. De mayor va a ser un
peligro, será más guapa que yo sin duda y tendrá a todos y todas detrás de
ella.
Una
vez que he acabado y ya está todo su pelo desenredado, la cojo de la mano para
que se gire y le sonrío. Me acerco a ella poniendo morritos para darle un beso
y me imita hasta que finalmente nos damos un pequeño beso.
Justo
en ese momento entra Teddy por la puerta, lleva un plato en la mano y por lo
que puedo ver desde donde estoy sentada tiene pinta de ser una tarta de
chocolate con crema. Por Merlín, como me conoce.
Le
doy un toque en la nariz a Brigitte.
—¿Bajas
con mucho cuidado las escaleras y vas a buscar al tío Louis a ver si quieres
jugar contigo?
—Shi mami — dice asintiendo.
Confío
en ella ya que no es la primera vez que ha bajado sola, más de una vez me la he
encontrado donde no debía sin haber avisado a nadie, por lo que sé que lo hará.
Teddy se le queda mirando mientras salta del puff y se va corriendo. Mientras
tanto, yo me echo hacia atrás del sillón y me acomodo.
Teddy
me acerca el plato y yo lo cojo sin pensarlo, porque en efecto es una tarta de
chocolate con un buen relleno de crema.
—¿Estás
enfadada conmigo?
Pincho
la punta de la tarta y me llevo a la boca el trozo. Una vez que lo he degustado
y tragado, hablo.
—No
puedo enfadarme contigo después de todo este tiempo sin ti. Debería de estarlo,
pero soy incapaz — Al decir eso, Teddy se acerca al puff donde estaba nuestra
hija antes y se sienta entre mis piernas quedando de frente a mí. — En realidad
lo estoy con todos supongo, porque todos conocían lo que estaba pasando menos yo.
Aunque tampoco puedo enfadarme con todos…
Y
menos de nuevo con mi hermana cuando parece que acabo de recuperarla. Sigo
comiendo como si nada y Teddy levanta la mano derecha para acariciarme la
pantorrilla.
—Lo
siento — dice y tras una pequeña pausa vuelve a hablar —. En realidad la mitad
de los mayores de ahí no tenían ni idea. Solo lo sabían Harry, Ron y Hermione.
Tu madre se ha llevado un buen rato gritando a tu hermana en francés, así que a
saber lo que le habrá dicho. Pero, ¿sabes que todo esto era para que estuvieras
más segura, verdad?
Bufo
mientras mastico y si hubiera tenido la boca abierta le podía haber manchado
entero de migas de bizcocho.
—¿Segura?
Si no hubieras sido tú el que entró por la puerta hace dos noches y llega a
ser… no sé, Arthur o alguien peor, ¿qué hubiera hecho? ¿Podría haberme
defendido? ¿Con un paraguas como pensaba atacarte a ti? La casa no estaba
segura porque creía que no hacía falta que estuviera. Nuestra hija estaba
arriba y yo no podía haber llegado a ella. Si todo esto lo hubiera sabido,
llevaría la varita pegada a mi brazo para poder defenderme en cualquier momento
si llega a pasar algo.
Dejo
el plato sobre mi barriga y el ser que tengo dentro se queja dándome una
patada. Teddy suspira y se pasa la mano por el pelo, agacha la mirada por un
momento hasta que finalmente la alza.
—Lo
sé, lo sé Victoire… Deberíamos de habértelo contado todo, ahora me arrepiento
más que nunca. Pero nadie llegó a pensar que esto pasaría, que a mí me… — a
pesar de todo pincho otro trozo de tarta mientras él habla —. Es cierto que en
Hogwarts casi no ocurrió nada mientras nosotros estuvimos allí. Pero tú
desconocías de todo lo que pasaba, y yo solo me enteraba en un par de ocasiones
porque James quería que me uniera, y me negaba en todo momento, porque si no,
sé qué no estarías protegida. Cuando salimos de Hogwarts, James siguió
insistiendo, pero lo rechazaba siempre. No podía estar involucrado en ese tema
si me acababa de casar contigo. Eras y eres mi prioridad y lo seguiría
rechazando un millón de veces si no… si no me hubieran secuestrado. Así que si,
ahora tenemos que estar dentro de este tema, pero porque no queda más remedio y
porque desgraciadamente las cosas están cambiando de nuevo, por culpa de un par
de locos y al parecer la hija de…
Mi
labio inferior comienza a temblar, por puro miedo de todo lo que ha dicho y porque las hormonas no ayudan en nada en esta situación. Teddy se incorpora de
inmediato y me agarra la cara con ambas manos, pegando su frente a la mía.
—Shhh.
Demasiado
tarde, un par de lágrimas ya corren por mis mejillas y yo cierro los ojos
fuertemente para que no se escapen más.
Noto
como una mano de Teddy retira el plato que tengo entre las mías y me abraza
como puede.
—No
volverá a pasar nada. Nos iremos a Francia si es necesario. O a Rusia, aunque
haga más frío allí. Pero no dejaré que os pase nada a ninguno de los tres. Te
lo prometo.
Asiento
y abro los ojos para encontrármelo a centímetros de mí. Se aproxima hasta que
nuestros labios se acarician suavemente, los suyos me ayudan a controlar el
temblor, por lo que los busco un poco para calmarme más.
Cuando
nos separamos, intento controlar mi respiración y sus manos limpian lo que
quedan de lágrimas en mi rostro.
—Creía…
que nada de esto era verdad. Que a nosotros no nos iba a pasar como a nuestros
padres y… No soportaría perderte de nuevo y… nuestros hijos…
Me
echo el pelo hacia atrás nerviosa.
—No
va a pasarle nada a nadie. Ni a mí, ni a ellos, y mucho menos a ti. Tenemos
mucha información, tu hermana y tus primos saben mucho. Podemos ganar esto como
hicieron nuestros padres.
—Quiero
saber todo —digo convencida—. Quiero enterarme hasta el más mínimo detalle.
Quiero que Dom, Albus, James, todos, me cuenten lo que sabe. Quiero estar
preparada para lo que pueda venir. Quiero ir a la próxima reunión que tengan
con Viola y el resto, a pesar de todos estos años. No pienso quedarme cruzada
de brazos, no lo haré.
Niego
con la cabeza mientras me incorporo un poco. Desvío la mirada hacia un punto en
mitad de la pared entre la mesita de noche y el armario y asiento pensando en
todo. Tras unos segundos vuelvo a mirar a Teddy que se ha sentado de nuevo.
—Pondremos
salvaguardas por toda la casa y la playa ahora, — dice — lo haremos entre todos
y no pasará nada. Quien quiera venir será porque conoce donde estamos, y sabrá
como entrar a pesar de ello. Eso es muy seguro, por lo que no deberías de
preocuparte mucho por ahora, ¿vale? Y mañana podrán venir de nuevo para que te
cuenten todo. Pero por hoy ya está bien, es tarde y algunos ya se han ido.
Asiento
mientras miro el plato vacío de tarta, me la he zampado más rápido de lo que
creía.
—Mañana
deberíamos de ir a Ollivanders, necesitas una varita nueva. Dudo que con la mía
puedas hacer mucho.
Teddy
asiente y se levanta tendiéndome una mano.
—Vamos,
abajo hay más tarta y pronto se irán los que quedan.
Siento
su pie de nuevo sobre mi garganta, me la aprieta poco a poco dejándome sin
respiración. Mi varita está lejos de mí. En realidad no sé dónde está, creía
que la tenía cerca pero el patio está tan lleno de escombros que es imposible
ver nada. Comienzo a ver borroso, rodeo su tobillo con mis manos intentando
quitármela de encima pero ella tan solo aprieta más.
¿Eso
que he oído es alguien llamándome? ¿Era la voz de mi madre? ¿Aquí, en Hogwarts?
Es imposible. En realidad me está entrando un poco de sueño, pero solo quiero
tener aire.
Intento
hablar pero no lo consigo, su fuerza es más poderosa contra mí y mis dedos se
aflojan alrededor de su bota. Solo… quiero… aire…
Lo
último que veo es la cara de Viola sonriendo con satisfacción antes de cerrar
los ojos.
Pero
en realidad los abro, buscando esa bocanada de aire imaginaria que me hacía
falta. Me siento en la cama nerviosa, mirando a los lados y temblando un poco.
Noto como tengo el pelo pegado a la frente por el sudor. Pego un pequeño brinco
cuando la mano de Teddy se posa sobre mi hombro.
—Estás
bien. Estás en casa…
Le
miro con los ojos a punto de salirse de las órbitas. Asiento entendiéndole e
intento respirar hondo.
Estoy
en casa. Estoy bien. No vuelvo a estar en Hogwarts. Estoy en casa con Teddy. Y
es este mismo el que me ofrece un poco de agua. Le acepto el vaso y bebo
lentamente.
—¿Qué
estaba pasando? Llevabas un rato dándome patadas y moviéndote… no mucho, pero
estabas muy inquieta.
Le
devuelvo el vaso, coloco un par de almohadones en mi espalda y me echo hacia
atrás poco a poco.
—¿Te
acuerdas la batalla que hubo cuando estaba en sexto? ¿Cuándo… se descubrió todo?
Pues bien, acabo de vivirla de nuevo.
Cierro
los ojos y suspiro, pasándome la mano por la cara. Teddy me acaricia el brazo y
se reclina de costado a mi lado.
Por
suerte, esa misma tarde antes de irse la tía Hermione, me ayudó a mejorar la
poción que le estaba dando para sus costillas y prácticamente estaba curado por
dentro. Tan solo tenía el moretón de la piel, que se le iría en un par de días,
pero ya podía moverse con más tranquilidad sin el miedo a que se perforara algo
por la fracturación de las costillas.
—¿Sigues
teniéndole miedo a Viola? — me pregunta en un susurro.
Me
encojo de hombros mientras saco los pies fuera de la sábana, estoy comenzando a
agobiarme.
—¿Supongo
que no? En realidad no lo sé. Ni yo misma supe que dije esta mañana cuando
quería reunirme con ella, pero al fin y al cabo… supongo que tendré que
hacerlo, ¿no?
Teddy
me deja un beso en el brazo.
—Creo
que será mejor que lo pienses mañana, no son horas, descansa — se inclina un
poco más hacia mí para darme un ligero beso en los labios y se vuelve a tumbar.
Me
acomodo de nuevo de lado hacia él, cierro los ojos intentando conciliar el
sueño pero me es imposible. La pesadilla ha hecho que me desvele por completo y
ahora no voy a poder conciliar el sueño tan fácilmente. A pesar de que lo
intento, pasado unos varios minutos le froto la espalda a Teddy.
—¿Cariño?
—¿Mmffm?
Sonrío
sabiendo que está casi dormido de nuevo y siento pena por él por lo que voy a
decir.
—Tengo
hambre…— susurro.
Teddy
se gira y se me queda mirándome durante unos segundos hasta que finalmente
sonríe. Creo que no se extraña de nada en realidad. Estira una mano hacia la
mesita de noche para encender la luz y se levanta a continuación.
Me
vuelvo a incorporar para quedarme sentada en la cama mientras él sale por la
puerta.
—¡Te
quiero! — digo todo lo alto que puedo en un susurro.
Si
Brigitte se despierta y me pilla comiendo, estoy segura de que se apuntaría sin
pensarlo. Y entonces esto ya sería un caso perdido.
Al
cabo de poco tiempo, Teddy entra de nuevo en la habitación. Lleva rodeado un
bote lleno de galletas con un brazo, y entre este y el hueco que le queda hay
una tarrina de helado de vainilla. En la otra mano trae un vaso de leche y dos
cucharas.
—Con
canela— dice tendiéndome el vaso.
Sonrío
mientras lo agarro y lo dejo en mi mesita de noche.
—Me
temo que me conoces demasiado bien, señor Lupin.
Me
tiende el bote de galletas mientras él agarra la tarrina para que no se le
caiga y se sienta a mi lado, quedando pegado completamente a mí. La paso la
sábana por encima y enredo una pierna contra las suyas, la otra la dejo de lado
flexionada, así estoy realmente cómoda.
Abro
el bote, pero antes de coger una galleta, le miro y estiro el brazo ladeando su
cara hacia mí. Sus ojos son de un celeste tan claro que puedo identificar
perfectamente cómo se siente. Está tranquilo y feliz, y a mí me llena el alma
saber que está así.
Suavemente
le acerco hacia mí y le beso. Es un beso corto pero intenso y cuando me aparto,
él está sonriéndome y me lo devuelve dándome un segundo. Me escurro un poco
dejándome caer sobre él y ronroneo cuando muerdo la galleta. Al partirla, el chocolate
líquido que la rellena se desliza por mi boca y cierro los ojos degustando tal
maravilla.
La
siguiente que cojo, la mojo en un poco de helado de vainilla y se la doy a
probar a Teddy. Una vez que se la ha comido, me habla.
—Cuéntame
cosas sobre ella, ¿qué me he perdido en todo este tiempo?
La
pregunta me pilla por sorpresa, pero entrelazo nuestras manos acariciándole la
palma con mi dedo gordo.
—Han
sido pocas cosas, solo unos meses, piensa que tienes muchos años por delante
para vivirlos, y que estos no han sido tantos. Como te dije, los primeros…
—trago saliva— los primeros meses no pasó nada. Pero… hace dos meses en su
cumpleaños —se me escapa una carcajada.
—¿Qué
pasó?
Pillo
otra galleta y comienzo a relatar.
—Pues
bien, no me dejaron hacer nada respecto al tema de celebrarlo, ya lo habían
decidido todo mis padres y mis tíos, así que no tenía voto en el asunto.
Hicimos una pequeña fiesta en la parte de atrás de la casa. Sacamos la mesa
grande y ahí celebramos el cumpleaños de Brigitte. Todo iba bien hasta que tocó
abrir el regalo de James.
—Oh
—exclama Teddy mientras se saca la cuchara de la boca.
—‘Oh’
se queda corto, créeme. Lo había pensado estupendamente para que no me alarmara
desde un principio. Era la caja más grande que todas. No nos dimos cuenta a
pesar de que también era lo perfectamente alargada para pensarlo… —Miro a Teddy
asintiendo, porque seguramente por eso ya lo habría adivinado. Cojo otra
galleta, y bañándola en el helado, me la como—. Ayudó a Brigitte a abrirla, en
realidad le hacía más ilusión a él que a ella. La pobre solo se entusiasmaba
cuando veía unas muñecas o peluches o juguetes que entendiera. Pero en cuanto
James sacó la mini escoba de la caja…
Niego
con la cabeza suspirando.
—¿Dónde
está? ¿Sabe montarla? ¿Hicisteis fotos de ella arriba?
—¡Teddy!
—Le golpeo el brazo—. Mi hija no se va a montar de ninguna de las maneras en
una escoba voladora. ¡Es muy pequeña! Como se te ocurre…
Cojo
aire y lo expulso lentamente. Si es que vaya dos, son tal para cual, no me
extraña que le haga la misma ilusión que a mi primo.
—Bueno…
—dice metiéndose la cuchara llena de helado en la boca—. Quizás en un par de
años puede probarla. O cuando tenga seis. Yo la probé cuando tenía seis.
—O
cuando tenga dieciséis también es una buena idea —le miro, alzando las cejas,
retándole a que diga un par de palabras más—. ¿Me vas a dejar terminar de
contar lo que pasó?
Asiente
mientras sigue comiéndose el helado. Yo por mi parte, cojo otra galleta.
—Bien.
Como decía, nada más sacar la escoba de la caja todos se volvieron locos al
verla, menos yo. A la abuela Molly también le parecía una imprudencia. Suerte
que Dom no vino, si no se hubiera puesto de parte de James para que montara. —Cojo
mi cuchara limpia hasta ahora y la hundo en el helado de vainilla para tomar un
poco—. Por suerte para mí, Brigitte no se estaba enterando de nada de lo que
pasaba, ella solo quería comer de una vez la tarta. Así que cuando fui a la
cocina a por ella, dejé la escoba bajo la alacena guardada bajo llave, y ahí
sigue estando.
—¡Venga
ya!
Señalo
a Teddy con una galleta, amenazándole con esta.
—¡Mi
hija no se va a montar en una escoba he dicho! ¡Solo tiene dos años! Es muy
pequeña, podría caerse y darse en la cabeza o romperse algo. De ninguna de las
maneras lo hará.
Teddy
me fulmina por unos segundos con la mirada hasta que se acerca para darle un
bocado a la galleta que tenía delante suya entre mi mano. Termino riéndome y
dejo caer la cabeza sobre su hombro.
—Un
día, cuando me desperté de la siesta no la encontraba. Me asusté bastante la
verdad. La había dejado en el salón jugando antes de que yo cayera dormida.
Recorrí la casa planta por planta, mirando en todas las habitaciones, y cuando
llegué a nuestro baño me la encontré subida en el taburete con la cara hecha un
cuadro —entrelazo mi mano de nuevo con la de él—. Había cogido mi bolsa de
maquillaje y ni te imaginas como se puso. Tenía las mejillas rojas y negras. La
frente estaba llena de brillo, y los labios… ni quiero pensar que es lo que se
puso ahí. Tuve que hacerle una foto, a pesar de todo lo que había hecho, no
puedo negar que estaba graciosa con todo eso.
Teddy
estira las comisuras de la boca sonriendo, pero sin muchas ganas.
—Eh
— digo incorporándome un poco, aunque con bastante dificultad por todo el peso
extra, pero sin mucho éxito—. La foto está guardada por algún cajón de por
aquí, mañana te la enseño. Además, tú vas a ver ahora muchas cosas mejores que
esas sin duda. ¿Y sabes por qué serán mejores? Porque ahora estás tú aquí.
Me
sonríe y me da un beso en la frente.
—Siempre
tienes las palabras adecuadas.
—Es
un don especial que tengo —me encojo de hombros sonriéndole.
Miro
el bote de galletas, la cantidad ha bajado considerablemente, y mañana lo
lamentaré cuando quiera más. Pero aun así, saco otra y se la tiendo a Teddy
para que la muerda. Al hacerlo, un poco del chocolate se cae por mis dedos y él
extiende la lengua para limpiármelo. El resto de galleta me la llevo yo a la
boca.
Teddy
deja el tarro del helado vacío en la mesita. Vuelve a reclinarse de lado y pasa
una mano por mi enorme tripa.
—¿Cuánto
crees que le queda?
Decido
que es una buena hora para cerrar el bote de galletas y así lo hago, dejando
ésta en la mesita de noche junto al vaso de leche sin tomar.
—Calculo
que en un par de semanas como máximo. Lleva dos días que no deja de moverse,
creo que se está colocando, así que lo más seguro es que no tarde mucho. Hace
tiempo que no me paso por el hospital pero… sé calcular mis propias cosas como
si estuviera trabajando en otros embarazos.
Me
estiro un poco, ladeando la cabeza y arrastrándome hacia abajo para acomodarme
en los almohadones.
Veo
como Teddy se coloca lentamente encima de mí y apoya ambos brazos a los lados
de mi cabeza.
—¿Quieres
que adelantemos el proceso? —Alza una ceja, sonríe de lado y el muy descarado
me mira los labios—. Ya sabes que dices que hacerlo adelanta el parto.
—¡Teddy!
—¿Es posible que me esté sonrojando por su culpa después de tantos años?— Eres…
eres… un sinvergüenza.
Teddy
suelta una carcajada y la ahoga contra mis labios. No puedo reprimirle mucho
cuando paso una mano por su cuello y hundo un poco los dedos en su cabello,
acercándolo más a mí.
Dejo
escapar el aire cuando Teddy se separa y desliza sus labios por mi cuello. Oh
no, maldita sea, sabe que por ahí no puede, pero aun así yo echo la cabeza
hacia atrás, dejándole más espacio.
Suelto
un pequeño gemido que paro mordiéndome el labio. Cierro los ojos fuertemente y
niego la cabeza, esperando que así se aparte. Pero no lo consigo cuando noto su
mano subir lentamente por mi pierna hacia arriba.
Por
Merlín, tiene que parar.
Estiro
un poco más el cuello intentando que se aparte cuando noto sus labios depositar
un beso en el hueco de mi garganta.
—No.
No. Teddy, para —abro los ojos y le miro—. Sigues estando débil, no podemos. No
puedes.
—Me
he alimentado bien, creo que he comido hasta más que tú, no va a pasar nada…
Me
da otro beso pero sigo negando con la cabeza.
—Tienes
un par de heridas aún abiertas. No puedes, no deberías, necesitas descansar y
comer más… —Suspiro intentando creerme yo también mis propias palabras—. Por
favor…
Frunzo
el ceño esperando a que ceda y le acaricio la cara. Teddy resopla un poco y
alza su cabeza para darme un beso fugaz en los labios.
—Te
quiero.
—Lo
sé —le vuelvo a acariciar el rostro— y yo.
Antes
de que se tumbe se sienta y me acaricia la barriga para después dejar un beso
en ella. Sonrío de oreja a oreja y mientras él se tumba, me siento en la cama
para beberme el vaso con leche y canela que me ha traído, aunque lo dejo por la
mitad.
Teddy
apaga la luz y me recojo el pelo hacia un lado, averiguando en que postura
ponerme, no me siento cómoda de ninguna forma al dormir, por lo que va a ser un
reto caer de nuevo. Aunque el sueño siempre viene fácil a mí.
Decido
recostarme por mi lado derecho y siento a Teddy abrazándome de espalda y
dejando la cabeza un poco sobre mi cuello. Busco su mano para agarrarla y
cierro los ojos con una pequeña sonrisa esta vez.
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