Étoile filante

—Toma mami.

—Gracias cariño —digo a la vez que me giro para coger su plato de plástico y dejarlo en el fregadero.

Al parecer, se está tomando muy en serio eso que le dijeron mis padres de que fuera una niña mayor y me ayudara con todo. Y lo está haciendo muy bien también, ya que cada cinco minutos insiste en querer ayudarme con algo, aunque solamente esté tumbada en el sofá intentando conciliar el sueño, y tengo que decirle que en ese momento no hace falta hacer nada.

Voy de nuevo hacia la mesa de la cocina para pasar el paño y quitar las migas que han quedado de la cena, estas pequeñas cosas hacen que vuelva a la realidad poco a poco. Una vez que la mesa está recogida y dejo todo en el fregadero, salgo de la cocina para ir hacia la alacena y coger una manta.

—Ven cariño, quiero enseñarte una cosa.

Brigitte se baja del sofá, deja las muñecas con la que estaba jugando y viene hacía mí. Le cojo de la mano y abro la puerta para ir al porche.

Nada más salir, dejo caer la manta sobre sus hombros y la cojo en brazos para ir hacia el columpio. Como de costumbre está descalza y por esta noche me he rendido ya para que se ponga aunque sea unos calcetines, demasiado cansada estoy ya…

La siento sobre mis piernas de una forma que la barriga no sea un obstáculo entre las dos y paso mis dedos acaricio los rizos rubios que tanto me vuelven loca.

—¿Ves todas esas estrellas, cariño? —Señalo al cielo que está inundado de miles de puntos pequeños que brillan. Aquí en la playa no hay contaminación ninguna y se puede ver todas las estrellas a la perfección.

Brigitte asiente y dejo un beso en su mejilla, envuelvo sus piececitos con la manta y cojo su mano para señalar al cielo.

—¿Ves esa estrella que hay taaaaan grande? ¿La que brilla con más fuerza?

Sus ojos celestes pasan del cielo a mí y tras unos segundos mirándome asiente antes de volver a mirar a la estrella que le señalo.

Acerco mi cabeza a su oreja y apoyo mi barbilla muy suavemente en su hombro, para poder así susurrarle de cerca.

—Pues ahí arriba está papá. Y quiero que recuerdes lo mucho que te quiere, ¿me lo prometes?

Suelto su mano para mostrarle mi meñique y ella enreda el suyo con el mío.

−Sí, mami.

Parpadeo varias veces seguidas, no pienso dejar caer una lágrima más frente a mi hija. No ahora que intento que todo vuelva a la normalidad. Termino de acercar mi cara a la suya, y envuelvo su cuerpo con mis brazos para llenarle la cara de besos. Brigitte rompe a reír e intenta separarse.

—¡Para mami, para! Vamosh a la cama y a leeh un cuento.

Sonrío asintiendo a la vez y me levanto con ella acostada en mis brazos, por mucho que me pese no me queda otra, no pienso hacer que vuelva descalza, aunque tendré que sacudirle los pies llenos de arena antes de acostarla. La próxima vez pienso pegarle los calcetines con un hechizo. Volvemos dentro y nuestras voces se pierden por la escalera planificando lo que vamos a desayunar mañana.

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